Cita con el azar. Nueva antología de relatos de El corral de las palabras
Me hace feliz anunciar que ya tenemos en la mano una nueva antología de los componentes de El corral de las palabras, nuestro taller de escritura (aquí tienes información sobre él). En ella, todos los cuentos vienen a cuenta del azar —o van sobre, o caen en, o llegan desde, o se escapan hacia, porque esto del azar da mucho juego—.
Ya imaginamos que, al tirar tan solo de ese hilo, sacaríamos del baúl de los títeres historias variopintas, en las que cabrían todo tipo de puntos de partida, personajes y escenarios. Pero quizá el desarrollo de los relatos y el papel que el azar jugase en ellos podrían haberles dado una uniformidad indeseable. No ha sido así: cada autor —¿o habrá sido cosa del azar?— lo ha introducido en su texto de forma distinta: sutiles coincidencias, feroces giros del destino, incomprensibles casualidades… Dicen que la suerte no existe, que cada uno se labra su propio porvenir. Sin embargo, desde que andamos a vueltas con el azar, no cesamos de darnos cuenta de la cantidad de veces que se alinean las estrellas. O será que así nos lo parece.
Repiten en esta segunda antología unos cuantos autores de la primera. Tal vez quiso el azar que otros se alejasen, o anduviesen peleando en otras guerras. Pero nos complace ver que también trajo nuevas incorporaciones: felices, entusiastas y de una calidad fuera de duda. Entre ellas, la del ganador del concurso de relatos que convocó nuestro blog hermano, El blog de los escritores inéditos (aquí). No ha querido el destino que estuviese presente en el parto por los pelos, pero, al menos, algunos participantes tuvimos el gusto de conocer en persona a Raúl Miguez, que escribe, labura y vive habitualmente en Argentina. Su enigma lapislázuli no ganó por azar, sino por justo merecimiento.
Dos relatos míos han tenido cabida en esta segunda antología: Las perseidas y Siete minutos. Dos formas diferentes de confundir la casualidad con un destino más o menos buscado; física o química que a veces entrecruzan sus caminos con los nuestros, y sólo sé que sabemos tan poco… que apenas nos queda más que echarles la partida y disfrutar del juego, como espero que hagan los lectores.
La labor de edición —mea culpa— también se ha visto afectada por esos duendes caprichosos, no sabemos si casuales o causales, que en la imprenta jugaron con la numeración de las páginas y las hojas en blanco. Hemos decidido que nos han regalado espacio —eso sí, al azar, claro— para dedicatorias, notas al margen, para que los lectores las llenen con dibujos o escriban sus propios relatos. Quizá para arrancarlas y lanzarlas al mar dentro de una botella, o para hacer con ellas aviones de papel y volarlos al viento desde lo alto de un monte. O contemplar cómo arden al calor de una hoguera y se van con el humo las palabras.
El libro se presenta en La Puebla de Alfindén, el próximo 24 de julio. En el bar El Chaflán, a las 20 h. Esto es una cita: sería un placer verte allí si, por casualidad, pudieras acercarte.
2 Comentarios
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Enhorabuena por este segundo volumen, que seguro es tan sugerente como el primero. El tema del azar da, en efecto, mucho juego. Me haré con él en cuanto los hados lo permitan.
Besos a todos.
Espero que permitan tu lectura benévola y tu crítica feroz, Elena, para aprender de ti. Abrazo fuerte y gracias.