El blues de la luna sin humo

I

Smoke House Blues, Jelly Roll Morton.

Al salir hacia el club recordé que apenas me quedaba tabaco y me acerqué hasta el estanco. En la puerta había un cartel que, con grandes letras, decía:

POR CAUSAS INCOMPRENSIBLES

AJENAS A NUESTRA VOLUNTAD

EN ESTE ESTABLECIMIENTO

ESTÁ PROHIBIDO FUMAR

Empujé la puerta y sonreí a la dueña señalando el cartel. Ella me devolvió la sonrisa y encogió los hombros. Luego me atendió, comentamos el frío que hacía aquel principio de año, le pagué y salí.

Volví hacia el garaje. Al sacar el pulsador para abrir la puerta, cambié de idea. Pese al supuesto frío –para un madrileño, en Málaga jamás hace frío–, decidí caminar, aprovechar el recorrido hasta el club para volver a pensar en cómo íbamos a salir de aquel problema. Había que tomar decisiones con calma, pero qué fácil era decirlo. Tomarse con calma tres años de esfuerzo, un capital invertido y un futuro incierto.

 

(Inicio de la novela El blues de la luna sin humo, seleccionada entre las diez finalistas del concurso de novela Qué leer-Volkswagen 2009)

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