Epi y Blas en Navidad

El regalo de Reyes

 

—«En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…

—¿No quieres o no puedes, Blas?

—No quiero.

—No puedes.

—Sí puedo.

—A ver.

—No quiero.

—Querer es poder.

Blas duda y luego dice:

—¿Sigo con Cervantes, o quieres leer a Nietzsche tú?

—¿A quién?

—No importa. «…no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero…

—¿No ha mucho? ¿Cuánto?

—No sé.

—Pues deberías saberlo. «Mucho y poco». Seguro que hicimos un capítulo así.

—Sé qué es mucho y qué es poco. Tú eres el que no lo sabe.

—¿Yo?

—Claro, tú has preguntado.

—Yo he preguntado «cuánto».

Blas duda otra vez:

—No sé. Poco. ¿Sigo?

—¿Con qué? ¿Por qué llevas espumillón en la barbilla, Blas? ¿Aún es Navidad?

—No. Voy disfrazado de Don Quijote.

—Pues te confundes. En Navidad hay que disfrazarse de Papá Noel.

Mamá y papá, detrás del teatro de guiñol, se miran sin saber cómo seguir. Luego se asoman, porque Nacho no se ha reído en todo el rato.

Nacho no está en el sofá. Desde su cuarto llega el sonido del videojuego que han traído los Reyes Magos de parte del abuelo.

—Os lo dije —dice éste levantando la vista de su táblet. No sabéis adaptaros a los nuevos tiempos. Un guiñol de Epi y Blas… ¡Dios mío!

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Cuento sobre la fotografía de Marisa Fanlo realizado en el taller La cámara de escribir 2016/2017.

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